Críticas de Danza publicadas

Desde Otello

Ballet Carmen Roche
Dirección: Carmen Roche
Coreografía y puesta en escena: Goyo Montero
Intérpretes: Victor Ullate Roche, Blanca Alvárez, Líuva Horta, Adrián Herrero y Samuel Deniz
Viernes 30-5-2008, 21 h.
Teatro Principal 1/3 del aforo

EL VENENO DE LOS CELOS


Carmen Roche es una zaragozana que baila desde siempre, y presenta en casa una propuesta arriesgada que rueda hace dos años. Se agradece su estilo directo y con ideas claras.

En primer lugar, señalar el nivel técnico de la compañía, con grandes intérpretes entre los que destacan Blanca Alvárez, Líuva Horta, Adrián Herrero, Victor Ullate Roche y Samuel Deniz.

La coreografía se caracteriza por el componente teatral, con la presencia en escena de un narrador: el personaje de Yago desdoblado, dando voz al bailarín.
El principio es duro, quizás demasiado duro, tal y como es la realidad social que nos ilustra esta creación, apoyada en el Otello de Shakespeare.
Es impresionante el paso a cuatro de los principales protagonistas, en el que Yago juega con el vínculo amoroso entre la pareja, lo manipula y, finalmente, lo rompe. Desde ese momento, Otello verá la realidad con el filtro envenenado de los celos. Adrián Herrero modula el cambio de dinámica del personaje en una interpretación que a veces recuerda al maestro Plácido Domingo cantando esta ópera.
El personaje de Desdémona presentó menos emoción al principio, pero enseguida se hace con el espectador, y nos conmueve profundamente con su inocencia en un Ave María.

La música acompaña poniendo de relieve cada escena y, aunque en algunos momentos se aprecia un tono recargado, brilla la delicadeza de Verdi y Monteverdi junto a la composición de John Dowland.
La escenografía es simple: se reduce a la proyección gráfica de imágenes como la del cigarro que se consume, impactante y eficaz. Es un trabajo que va a lo esencial, muy respetuoso con los bailarines y los sentimientos que nos transmiten.
La escena final con todos en el escenario tiene una gran fuerza, con extraordinarios recursos coreográficos, para terminar con el paso a dos del asesinato, donde Desdémona se entrega todavía más.
El final se torna repetitivo, remachando la frecuencia de crímenes pasionales que nos rodean, los muchos Otellos que viven entre nosotros.

Es entrañable disfrutar aquí de una creación presentada por madre e hijo: ella desde su prestigioso magisterio y él pisando el terreno con todo su arte como actor y bailarín.
En resumen, Carmen Roche nos ofrece en su ballet una obra de madurez que recrea un arquetipo universal de la más alarmante actualidad.
Más allá de modas, la Danza se eleva en sus manos a las cotas más exigentes del arte, poniéndose al servicio de la sociedad de forma impecable. Esto es lo que hace a la Danza indispensable.

José J. Pedrosa

SUBIR


Título: ELOGIO DE LA MIRADA
Ana Continente Danza (Aragón)
Coreografía y dirección: Ana Continente
Asistencia coreográfica: Kléber Dámaso y Damián Muñoz
Intérpretes: Amador Castilla, Gema Maldonado y Ana Continente
Jueves 15-5-2008, 21 h.
Teatro de la Estación 1/2 del aforo

LA INVITACIÓN DE LA MIRADA

Ana nos tenía acostumbrados a verla bailando danza africana o en actuaciones de calle que acercan la danza a quien no pisa el teatro: ahora el formato es para sala y con nuevo registro. Tiene una amplia formación y experiencia para permitirse el riesgo que asume en esta aventura coreográfica.
La perspectiva que destaca la cita de Leonardo da Vinci y que sirve de presentación al espectáculo está bien lograda en los desplazamientos simples que realizan los tres bailarines cambiando sus posiciones, explorando todos los puntos de vista de filas y columnas. También cuando convergen en un punto de fuga imaginario que hacen mover, basculando el plano del escenario. Pueden darle más juego, porque es eficaz y original.

Recogida en una caja/mirador, una de las dos mujeres es testigo mudo de un paso a dos y nos recuerda que lo que miramos puede atraparnos: es una referencia exterior para no perder la perspectiva.
La caja tiene una luz interna que luego se anula, como quien apaga la televisión. Pero con la función inversa de una pantalla: casi hace de cámara, grabando sin intervenir. A partir de ahí la mirada está ausente o es más protagonista.

Son intérpretes maduros que exploran sus propios límites por medio del recurso básico de la mirada, creando nuevos espacios dentro de un escenario convencional. Y eso no se ve todos los días en la danza; al contrario, tenemos miradas ausentes o vacías.
Junto a Ana podemos ver a dos buenos bailarines del Ballet de Zaragoza que dan cauce a su necesidad expresiva con rigor, invitándonos al baile.
Amador, intérprete clásico de gran fuerza, se deja llevar en brazos de la mujer, equilibrando los portés que tradicionalmente estaban a cargo del hombre.
Ambos, Amador y Ana, desarrollan un gran trabajo físico, y en la hora que dura el espectáculo casi no se dan descanso. La frecuencia de portés se hace danza contacto.
Se agradece el solo de Gema con su presencia delicada, triangulando ahora desde dentro la dinámica del juego escénico. Ella subraya que la mirada interpreta el mundo, y el espectador se ve invitado a participar más activamente desde su butaca.
El paso a tres final deja buen sabor de boca que, para mejorar, solo tiene que hacerse más juguetón. Ese tono general se desarrollará con el rodaje del montaje, porque pueden y porque bailan por el gusto de bailar.
Música sugerente y luz discreta complementan una escena limpia.
Quizá sea lo mejor de este Ciclo de Danza Contemporánea, con la satisfacción de ser fruto de nuestra propia tierra.


José J. Pedrosa

SUBIR


 

Título: PERRO
Compañía Daniel Abreu
Coreografía e interpretación: Daniel Abreu
Viernes 18-4-2008, 21 h.
Teatro de la Estación ¼ del aforo


BAILANDO EN LA OSCURIDAD

Con este ciclo de Teatro y Danza contemporáneos, el Teatro de la Estación nos trae a casa aire fresco y apuesta por los nuevos valores creativos.

Daniel Abreu es un intérprete que se lanza al vacío de un escenario desnudo, renunciando a recursos sobre los que apoyarse. Y eso es mucho, emulando a los grandes maestros.

Es un espectáculo que interesa al público que sabe apreciar el teatro tanto o más que a los amantes de la danza, ya que, por momentos, Daniel sabe jugar con la mímica y llega a sutiles expresiones con el rostro, de nivel poco frecuente en la danza más ortodoxa.
Nos empieza atrapando cuando se echa mano al bolsillo, lo vacía una y otra vez para ofrecer con gestos todo lo que tiene en su interior, congelando fugazmente el instante, como en el cine mudo.
Parece evocar la escuela centroeuropea de Pina Baüsch en alguna variación que repite hasta la saciedad.
Luego construye pequeñas frases que machaca con otro breve movimiento, lo hace cíclico, incorpora otro elemento más y finalmente desborda en el silencio y la quietud.
Entonces las transiciones entre los distintos momentos del espectáculo pueden mejorar su ritmo.
Daniel nos hace ver el espacio con su delicada sensibilidad, y presenta momentos brillantes como el que interpreta a cuatro patas: primero consigue despojar la desnudez de todo artificio poniendo humor dentro de lo absurdo, y se labra el terreno para una composición espléndida. Ahí la plasticidad de su cuerpo en movimiento alcanza una altura encomiable.

Con todo, el espectáculo presenta dos dinámicas que hay que hilvanar, con una segunda parte más atractiva. Brilla cuando él se da una y otra vez con la pared, y rueda, fluye buscando otro punto de contacto, un paso.

La danza es el arte más primitivo, el que da lugar a otras formas de expresión, y aquí Daniel Abreu lo cabalga "a pelo."
Está a la búsqueda de un nuevo lenguaje propio, que solo hay que pulir. Aporta su trabajo a un nuevo código en tiempos de incomunicación. ¿Hay quién de más?

Si la danza es ya muy exigente de por sí, aún estamos a tiempo de ver un solo sin trampa ni cartón. Surge de la intuición y la improvisación del intérprete, premio del Jurado del XVIII Certamen Coreográfico de Madrid y Premio al Bailarín más Destacado del IV Certamen Coreográfico de Maspalomas.
Iniciativas como este ciclo son necesarias para la buena salud de una sociedad, y afortunadamente el Teatro de la Estación permite sobrellevar la sequía creativa que nos envuelve tan a menudo.

José J. Pedrosa

SUBIR


Los "monstruos" de la sinrazón

Recibí el  otro día un artículo publicado en el FINANCIAL TIMES con fecha de diciembre, en el que Clement Crisp, el famoso crítico británico, exponía su pesimismo ante la situación de la danza en materia creativa. La esperanza que él tenía es que, gracias a la internacionalización de repertorio y, en especial, gracias a la presencia de obras de Balanchine en la mayor parte de las compañías actuales, algún joven coreógrafo recogería la antorcha y haría con la danza del siglo XXI lo mismo que el gran coreógrafo ruso hizo con la del siglo XX.

Paralelamente, me informan personas relevantes del mundo de la danza de que Balanchine no gusta en España, que no vende en los teatros. Que en nuestro fastuoso país lo que verdaderamente vende es .....( ¿ están preparados ? ), en efecto, lo han adivinado: Van Manen y compañía.

Quizá sería prudente que en este punto yo dejara de escribir, pero, por otra parte ya va siendo hora de que se denuncie de una vez por todas la situación del mal llamado aquí "arte coreográfico". Mal llamado digo porque eso de llamar "arte" a lo primero que se presenta en un escenario es mucho decir; y, ya que está tan de moda eso de ser postmoderno y poner en entre dicho todo lo establecido, yo me niego a considerar artística la producción coreográfica nacional y, aún es más, hasta dudo en muchas ocasiones de que lo que se hace en nuestro país pueda ser calificado de "material coreográfico".

Vuelvo a Cement Crisp un momento para continuar mi exposición. Comentaba el crítico que él se sentía bendecido por haber podido ver tanto: "el florecer del Royal Ballet y del New York City Ballet; el esplendor del ballet ruso, los grandes días con los daneses y el American Ballet Theatre, bailarines milagrosamente bien dotados y las vidas creativas de Ashton, Balanchine, Tudor, Cranko, MacMillan, Robbins, Petit y muchos más." Permítanme poner en la lista de los "muchos más" a Paul Taylor, Martha Graham, Merce Cunnigham y, ¿por qué no?,  lleguemos hasta Twyla Tharp.

Vale, mi exposición sigue de la siguiente manera: manos arriba los que, en nuestro país, hayan visto en los últimos diez años obras de estos coreógrafos. No, no les dé vergüenza. No es que se les hayan pasado, es que no nos las han enseñado. Puntualmente, una o dos, "para que no se diga que no somos modernos" se deja caer algo por nuestro país que se presenta descontextualizadamente triste. En otras ocasiones, los "Grandes" de la danza en España, deciden montar un Balanchine que los "críticos de pro" califican de maneras tan grotescas como aquel crítico que, tras ver el "Allegro Brillante" de Balanchine por la compañía de Ullate, afirmó que esta obra nunca antes había sido bailada tan magníficamente. A saber, miembros del New York City Ballet, aprendan de nosotros a bailar su repertorio. Todavía me duele el comentario de otro crítico que, tras la visita del American Ballet Theatre a Madrid en 1990, calificó "Birthday Offering" de Ashton como una pieza insulsa e irrelevante. Evidentemente. Por eso el ABT la había elegido entre todas las obras del repertorio mundial para celebrar su cincuenta aniversario.

Y podríamos seguir y seguir para no llegar a ninguna parte. Podrán pensar que estoy loca, pero yo me temo que aquí, en España, hay intereses más que evidentes de que no se vea ni se sepa nada. Los mismos que hace años nos hicieron creer que lo más "in" era Béjart, ahora nos venden a Van Manen y amigos como lo mejor del mundo. Y, lo genial es que aquí nadie dice nada.

Creo que ha llegado el momento de felicitar a Duato y Ullate por su labor didáctica y creativa. Porque, señores, si ustedes han sido capaces de conseguir que el "gran público" aguante santamente los rollos que les presentan y encima les alaben el gusto en la elección de su repertorio...¡Olé!. Eso no lo consiguen ni los mismísimos holandeses, que tienen el Ballet Nacional de Holanda para compensar el repertorio que el Nederlands no ilustra.

El problema no es ver obras de Van Manen o Kylian. El problema real es no ver nada más que eso. Reconozco que la estrategia es estupenda. De repente, se presenta un clásico de pésima calidad y ningún rigor histórico o estilístico. A eso le llaman "crear un repertorio". A continuación se ofrece más Van Manen y, la propuesta es: o los clásicos o los holandeses. Es como si quisieran hacer creer al público que entre 1898 y 1980 no ha ocurrido nada en la historia de la danza.

O eso, o es que simplemente la ignoran por completo. Pero es que semejante planteamiento, no sólo es vergonzoso, sino que además es intolerable. Resulta que el siglo veinte ha visto y vivido el desarrollo más importante de la historia de la danza y aquí se pretende echar tierra sobre el mismo, y presentar obras de dudosa calidad pero, eso sí, "políticamente correctas". Podría ser, yo lo dudo, pero podría ser que realmente Balanchine no gustara en España. Podría ser que las consignas del genial coreógrafo ruso no estuvieran en la órbita de la estética hispana. Pero de ahí a que ni guste Balanchine, ni Ashton, ni Tudor, ni Robbins, ni Graham, ni MacMillan...perdónenme, pero eso es tan improbable como escandaloso. Que ustedes no conozcan sus obras o que semejante repertorio saque a la luz sus deficiencias técnicas o estilísticas me parece una razón más plausible para la ausencia de estos coreógrafos en sus repertorios.

Sin embargo, lo más grave del tema no es que aquí haya una serie de personas que se encarguen de decidir " lo que le gusta al público" sin darle a éste la posibilidad de que cree su propio juicio, lo verdaderamente terrorífico de esta historia es el total silencio que existe por parte de críticos y profesionales. En cualquier otra arte, esta situación sería impensable. ¿Se imaginan una orquesta nacional que decidiera que sólo va a interpretar obras de Philip Glass?. ¿Se imaginan el escándalo que supondría que se declarara que es que al público español no le gusta nada más?. ¿Qué es que, verán , Strawinsky o Bártok o Schöenberg no venden y que Mozart o Beethoven son muy antiguos y, además los alemanes ya los tocan y mejor?.

No se lo imaginan, ¿verdad?. Yo tampoco. Supongo que el público se   indignaría, los músicos organizarían barricadas y los académicos arremeterían contra semejante pandilla de iletrados musicales. Y nada de eso tendría que ver con el hecho de que Glass guste o no. La cuestión es que a nadie se le ocurriría resumir la historia de la música a eso.

¿Qué tal un museo que decidiera cerrar todas sus salas excepto una ( elijan la que más rabia les dé)?. Un museo público, por supuesto. ¿Acaso no se trataría el tema como verdadero atentado a la historia del arte, y como una negación de la libertad personal a emitir un juicio estético?

Entonces, ¿por qué?, repito, ¿POR QUÉ nadie se queja de la dictadura coreográfica a la que estamos sometidos?. ¿Por qué no se levantan voces en el propio ámbito profesional de la danza en España que denuncien lo que está ocurriendo?. ¿Por qué la danza en España no sale de una vez de sus aulas y mira a su alrededor ?

Realmente, si el silencio existente es el resultado de la labor pedagógica de los señores Duato y Ullate, mis felicitaciones, caballeros. Han conseguido lo más difícil, acallar las voces a base de ignorancia. Por mi parte les congratulo. Aunque yo, personalmente, lo lamente: no sólo por mí, porque me nieguen el derecho a educarme y a desarrollar mi carrera, sino que también lo lamento por los chavales que vienen detrás de mí y a los que se les está robando su capacidad de decidir qué es lo que quieren bailar. En verdad que su gran obra será el silencio; porque un país en el que Balanchine "no vende ", es un país que coreográficamente hablando, no tiene nada que decir.

ANA CARLÉS

SUBIR

 

| Inicio | Educación | Salud | Arte | Empresas | Aviso legal

Copyright © 2014